XXII
Aquella noche miré al cielo,
seguí caminando sin más.
Se apoderaba de mí, un inmenso miedo,
y cerré los ojos para llorar.
La luna era mi único consuelo,
el sol ya dejó de brillar,
y a veces siento que muero,
cuando pienso en aquel día fatal.
Siempre pienso en cada instante,
¡No entiendo qué pudo pasar!
Ahora nada es como antes,
ya nada será nunca igual.
Las estrellas caminan por el cielo,
se marchan a otro lugar,
y yo aquí, tan solo me quedo,
soñando y volviendo a soñar.